viernes, 20 de marzo de 2009

Esta vez si que se acabó...

Con el fotolog tengo esto abandonado, lo reconozco. Pero necesito escribir un poco más. Aunque solo sea para Leti...


¿Qué ha pasado con todo esto? Llevo una semana intentándolo, esforzándome, tragándome el orgullo... Y no hay manera. Excusas pobres que no son nada convincentes y muchas vacilaciones, muchos puntos suspensivos...


Creo que estás dolida por lo que te dije. Porque no me creo que todo esto desaparezca de un día para otro. El domingo estabas abandonada de la mano de Dios, tirada por el suelo sin ánimo para levantarte, haciéndote consolar cuando ponías pucheros... Canciones para no dormir y niks deprimentes... Y al día siguiente todo volvió a ser normal!

Y hoy, de pronto, dices que no pasa nada... Que no hay problemas ya. Pues si los hay, querida. Para mí al menos, si los hay. Carolina dice que son cosas de la edad. Que es lo normal que algo se solucione así. Pues yo lo sigo pasando mal... Necesito explicaciones que no quieres darme. No quieres hablar porque es más fácil dejarlo pasar y no explicar como te sientes. Pero precisamente por eso, también es más fácil que vuelva a suceder...

Tengo muchísimo miedo, no me importa reconocerlo. Miedo a que nunca pueda levantarme de esta caída. Eres algo que no quiero dejar pasar, que no quiero olvidar. Teníamos tantos sueños, tantas promesas, tantas ilusiones... Todo quedó reducido a cenizas ahora...



“... Cogió con mucho cuidado las llaves que estaban encima de la mesa. Incluso el más leve tintineo la habría importunado. Se dirigió a la puerta con paso firme, introdujo la llave en la cerradura y dio dos vueltas completas, quedando encerrada en el pequeño cuartito. Se puso en la única zona de la habitación que no se podía ver a través de la ventana.

Apoyó la espalda contra la pared y echó hacia atrás la cabeza. Así, pegada, se fue deslizando lentamente hasta el suelo, dejándose caer como algo inerte. Quedó sentada mientras las rodillas se flexionaban, pegándose a su pecho e incrementando su sensación de que se asfixiaba. Cerró los ojos para dejar caer las cálidas lágrimas, que mojaban sus mejillas en su camino hasta sus labios. Esos que susurraban una y otra vez: Necesito una abrazo de mi Pequeña...”



Esta vez abandono, definitivamente que abandono. ¿Tu juegas y te ries? Pues yo me voy. Es mi vida, mi sueño y mi ilusión, pero ahora está todo roto por tanto dolor. Así no lo quiero. Ya no...