viernes, 19 de junio de 2009

Aromas de Medina. 18 de octubre de 2008

Capítulo 2. EL DE LAS NIÑAS APRETADAS Y LOS ENCUENTROS IMPOSIBLES.



Nos bajamos en la Plaza del Ayuntamiento de Medina. Ana, para seguir con nuestras aventuras, se encontraba en la otra punta del pueblo. Mientras la esperábamos en un banco, empezaron a caer algunas gotas. Nos tuvimos que apañar con un piragüitas para emergencias que llevaba Mely. No podíamos parecer más turistas, allí, refugiándonos de la lluvia como podíamos y con mil bártulos alrededor. Quizás nos faltaran las chanclas con calcetines para terminar el conjunto... Pero nos compensó un inmenso arcoiris que se dejó ver enseguida en el cielo de Medina.

- ¡Guapaaa, morenaaa!

Nos giramos bruscamente hacia el coche del que salieron aquellos gritos. Ver a Ana allí fue como una bendición. Venía con Pepe y con Cristy, que había llegado hacía rato. Se me encogió el corazón cuando no vi a Elena.

Pero para nuestra gran sorpresa, Ana nos contó que Elena (de forma inexplicable) había perdido el autobús y su padre la había traído en coche (¡benditos padres que nos sacan de apuros!). Encima de todo, éstos habían estado persiguiendo un coche por toda Medina porque en él iba una chica que se parecía a Elena. Pero cuando la muchacha se dio la vuelta y vieron que no era... ¡Hasta luces le habían hecho por ver si era ella! Sin embargo, Elena estaba ya cerca de casa de Pepe, al lado de la Iglesia. Ese pobre se tuvo que ir andando porque no cabíamos ya en el coche. Marta y Cristy se quedaron en la plaza por lo mismo y Ana, Susi, Mely y yo fuimos a por Elena.

Cuándo llegamos, no había nadie. Casi no lo podíamos creer, pero era de esperar, si teníamos en cuenta como estaba yendo el diíta. Entonces llamó Elena. Se había encontrado a Pepe por el camino y venían hacia allí los dos. Ver a Elena allí fue como un chute de alegría en vena para todas. Y de pronto, parecía como si no hubiera pasado el tiempo, como si nunca se hubiera ido, como si no nos hubiéramos separado. Y otra vez esa emoción en forma de ganas de llorar...

Ana condujo hasta el Mercadona y dejó allí a Susi y Mely para volver a la plaza con Elena y conmigo y recoger a Marta y Cristy, que debían empezar a impacientarse. Nos llevó también a nosotras hasta el supermercado. Nos quedamos comprando el desayuno para el día siguiente mientras ella iba a visitar a su tía.

Y allí comenzó la discusión. ¿Pepe cumplía 22 o 23? Porque sabíamos que Ana cumplía los 19, pero queríamos llevar velas para los dos. Al final decidimos que 22 y, si no, ya veríamos. Cuando terminamos de comprar, la tarta que había hecho Susi nos esperaba en la consigna del Mercadona. ¡Y vaya la que dimos con la tarta! Delante de Ana, nos referíamos al paquete que la contenía como “los zapatos”, como si por este simple hecho pudiéramos engañar a Anita... Pero tampoco había que decir abiertamente que era una tarta, ¿no?

Y entonces si que nos reímos... Un solo coche. 7 chicas. Algunas bolsas. Un par de maletas y bolsos. Muchas ganas de cachondeo. Mezcla todo eso y probablemente, tendrás algo parecido a lo que liamos entonces. Ana conducía, por supuesto. Yo de copiloto, con una maleta de viaje sobre la que coloqué como pude las piernas hasta que dieron con el parabrisas; encima mío, “los zapatos”. Detrás, 5 criaturas, el resto de maletas y las bolsas de la compra. Cómo se metieron allí es algo que no sabremos jamás. Cómo llegamos a la casa, aún menos. Desde luego, era el coche más rajado de Medina. Sirva para ilustrar esta anécdota el hecho de que tuvimos que bajarnos para que la pobre conductora pudiese aparcar, porque se le iba el coche...

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